Premios 20Blogs

domingo, 16 de marzo de 2014

Sentimiento atlético

Cuando ganamos la primera Europa League, la caverna se tomó a chufla la victoria del Atlético y desdeñó el mérito rojiblanco porque su contrario era de medio pelo. Cuando pasó por encima del Inter en Mónaco, la prensa del régimen lo tomó como un accidente puntual y, antes que el personal descorchara el champán, se aventó convenientemente que la estrella del equipo acabaría fichando por el equipo de siempre. 
Cuando conquistamos la segunda Europa League, el imperio de la propaganda torció el gesto, habló del torneo de la galleta (torneo que ellos ganaron dos años seguidos, uno de ellos por invitación ya que no sa habían clasificado el año anterior para ninguna competición) y ninguneó al Athletic, hasta entonces, el equipo más elogiado de España. Cuando el Atleti destrozó al todopoderoso Chelsea en una exhibición sin precedentes, la legión de abrazafarolas eclipsó la goleada con una cortina de humo poderosa: la estrella del equipo rojiblanco acabaría en el equipo de siempre. 
También el mismo día que el Atlético ganó la Copa del Rey en el campo del equipo de siempre -una final que no fue la mejor de la historia porque no la ganó el que debía- la televisión pública española omitió la vuelta de honor del campeón para dar cobertura a la última rueda de prensa del técnico que manchó el honor del equipo de siempre durante 3 años.
Cuando la liga impuso los partidos a las 12 para que fuesen vistos por los asiáticos (se suponía que los dos grandes son los que más tirón tienen en esas latitudes), pareció descubrir la gallina de los huevos de oro, pero no recordó a un equipo que una década antes metía 55 mil almas en su estadio a esa misma hora en una categoría inferior.
Cuando el Atlético fue colíder, los falsos profetas anunciaron que se desinflaría en Octubre. Cuando un mes después, en Noviembre, los atléticos seguían como un tiro, los agoreros pronosticaron el desinfle en Navidad. Después, ya asustados, pronosticaron la ruina para el Atlético en Enero pero tampoco llegó. Entonces la corte del cura blanco apostó por Febrero, y cuando el ejército del Cholo dio un paso atrás, algunos se tomaron unas copas de más en carnaval y pusieron a enfriar el champán para celebrar que todo volvía a su sitio. Éstos se equivocaban, en el tiempo y en las formas, pues resulta que bien entrado Marzo el enemigo público número uno del sistema sigue sin ceder, acecha en liga al equipo de siempre y pese a que repiten, tertulia a tertulia, día tras día, hora tras hora, minuto a minuto, que su portero acabará en el equipo de siempre, el Atlético golea a un equipo con 7 copas de Europa en sus lomos.
Pero como la estupidez en este país no conoce límites, el imperio de los alucinógenos pondrá toda la carne en el asador porque pasan las fechas y este Atlético sigue aquí porque hay un error en la ecuación programada por el Cholo, que podrá perder pero jamás dejara de luchar.

lunes, 10 de marzo de 2014

¿Qué es el fútbol?

Al tran-tran. Le guste o no a la gente, así jugó España ante Italia el miércoles. Un auténtico repaso futbolístico de lo que es plantear un partido y plantarse en el campo, dominando el balón y, lo más importante, los espacios. Hay una máxima en el fútbol que dice que el que tiene que correr es el balón y no el jugador. Al menos, no el jugador propio. Y eso fue lo que hizo España. Hacer correr, tanto al balón como a los italianos que, a falta de criterios futbolísticos, se dedicaron a lucir una camiseta una talla más pequeña y ciertas brusquedades aunque, esto último, más por frustración que por ADN balompédico.
Salvo alguna internada por la banda derecha (supuestamente la peor cubierta ya que Jordi Alba era más interior o extremo que lateral), el peligro de Italia se quedó en el hotel porque no hicieron nada para ganar el partido. Está claro que todo el mundo sabe quién es Italia. Un grupo que no propone lo más mínimo en cuanto a juego pero que de una jugada chorra, marca. Y como esa jugada chorra tenga lugar en los primeros cinco minutos de partido, cerrojazo. Eso es Italia por mucho que quieran vendernos que Prandelli quiere cambiar el estilo de juego. Los laterales no suben, los centrales no saben sacar el balón, los pivotes son lentos, … Con esos mimbres, el balón no llegará nunca a los que juegan delante para moverlo ni a los delanteros para generar ocasiones. Pero también, eso te permite estar bien parapetados atrás y, contra una selección como la española, es una buena táctica ya que un equipo que basa su juego en circulaciones largas de balón pero con movimientos cortos, permite que el rival cierre espacios. Pero, mira por donde, España decidió que se puede jugar como sabe aunque aumentando una marcha más. Presionó el saque en corto, lo que hizo que se robaran balones cerca del área. Y aquí viene otra máxima del fútbol. Se pueden tener buenos fundamentos defensivos pero la mejor manera de defender es teniendo el balón. Y otra máxima más aunque ésta no la aplicó España tanto como se debería. Las jugadas hay que acabarlas. La mayoría de los balones robados por el medio campo español no acabaron en tiros a puerta. En parte porque España no es una selección que use el tiro desde fuera del área (y eso que tiene buenos tiradores) o centros al área para rematar de cabeza. Lo que si que se busca es meterse en el área a base de paredes, que vuelve loca a la defensa aunque intentar meter un balón al punto de penalti, con seis tíos delante, por mucho que te llames Iniesta, Silva, Mata o Cesc o Xavi, es muy complicado.
Por fin, y no se si fue porque se acaba el tiempo antes de la convocatoria definitiva, España se acordó que un amistoso también es un partido y que la gente paga por verlo. Que es importante aunque no haya puntos o clasificaciones en juego. A veces pensé que creen los jugadores que sólo hay que jugar cuando es necesario y no cuando tienen que hacerlo. Está claro que cuando se tiene que ir uno a la otra punta del mundo para jugar con selecciones de segundo o de tercer nivel, cambiando la rutina diaria, sólo porque alguien le paga dinero a la Federación, se puede mosquear o, incluso, perder las ganas de jugar. Eso se demuestra cuando el espectador espera que España arrolle y termina pidiendo la hora, encajando goles tontos o ganando por la mínima. Claro que también puede influir que se jugara en casa, en Madrid y con el homenaje a Luis Aragonés de fondo. Eso puede motivar. Si juego aquí y contra éste, me dejo la piel. Sino, ya se la dejará otro.
Yo, por ejemplo, como jugador amateur con más de 20 años de experiencia, pienso que un partido es un partido y la mejor forma de demostrarlo es jugarlo como si fuera el más importante (sí, soy del Atleti pero eso del partido a partido lo llevo aplicando desde hace muchos años).
Y, para terminar, otra reseña más acerca del partido del miércoles (partido porque había dos equipos en el campo aunque uno no estaba por la labor). Uno puede ser muy de un equipo. Eso es una cosa. Otra, muy diferente, es menospreciar al rival y se sea incapaz de reconocer que se ha sido peor porque el otro equipo dio una lección de cómo jugar al fútbol. Quien hace eso, no es que no entienda de fútbol. Es que ni le gusta.