Premios 20Blogs

lunes, 13 de febrero de 2017

Justicia arbitral. Arbitraje justo.

De siempre he sabido, por lo que veía en la tele, que muchas cosas requerían de un juez para que todo de hiciera según las normas. Incluso salían jueces en las lecturas de los Evangelios que oía en misa antes de dejar de ir. Y en el deporte no podía ser de otra forma. El juez. El árbitro. Y, por si no quedaba claro, en algunas ocasiones, el juez árbitro. Pero se llame como se llame, está ahí para impartir justicia. Y no haciendo una rifa a la hora de sortear el campo o ajusticiar a alguien cuando se le castiga con la pena máxima como se imaginaba el personaje de una historieta, creo que de Ibáñez, el creador de Mortadelo y Filemón, en el Zipi y Zape, el Mortadelo o el Pulgarcito, de hace más de 35 años. Ese señor de negro. Como los jueces de los juzgados. Así debería ser. Por eso me hace gracia cuando oigo decir o leo que el arbitraje español es el mejor de Europa. Dios, mo quiero ni pensar, no ya del último país sino de la liga que ocupe en el puesto 12. Todos y cada uno de los encargados de impartir justicia en los campos de fútbol hacen pretemporada como los equipos aunque la suya sólo es para comprobar estado físico y repasar conceptos. Si, esos conceptos que luego se saltan a la torera. El fuera de juego, por ejemplo, lo marca la posición. Y ésta no la establece el tronco o los brazos. Lo hacen los pies que es la única parte del cuerpo dónde no se mira. El juez de línea debe estar atento a la jugada. Por eso sorprende que pite fuera de juego de alguien que está medio metro más atrás que el penúltimo jugador (no último defensa porque, a pesar que muchos lo desconocen, incluidos los árbitros, el portero también cuenta) o no piten uno con el atacante medio metro por delante de ese penúltimo jugador. También se pita si el atacante hace intención de intervenir en la jugada, ya sea yendo a por el balón o bloqueando defensas. Tampoco se sanciona las pérdidas de tiempo. No puede ser que las tarjetas se saquen al final del partido ¿Porqué no hay tiempo de saque igual que en tenis? El fingir. Ese tío al que parece que han matado cuando pierde el balón pero que corre como para salvar su vida cuando su equipo lo recupera. Las provocaciones. Las protestas. Las barreras. Uno no calcula 9,15 metros (distancia a la que debe estar) a ojo como tampoco debe hacer la marca una vez que los jugadores se han colocado. Debe ser al revés. Otra de las cosas que debe tener en cuenta el árbitro es que una falta es una falta. Y si se pita en el medio campo, también debe de hacer en el área. Una entrada dura por detrás merecedora de tarjeta, debe ser castigada con ella aunque se lleven 30 segundos de partido. Y si hay que expulsar a un jugador antes del minuto 10, se le expulsa. Recuerdo cuando Estudio Estadio se dedicaba sólo a poner los resúmenes de los partidos y a analizar la moviola en vez de hablar del Madrid y con un tío (que se cree gracioso por los programas en los que ha salido) que pone vídeos chorras. Ahí, el árbitro que hacía este análisis, hablaba de los jugadores por como eran sus camisetas. Ahora todos los comentaristas arbitrales han sido los peores, con diferencia, que han pasado por nuestra Liga. Hay un mal endémico en el arbitraje. Y no sólo en fútbol. ¿Porqué no son profesionales los árbitros como en la NBA?¿Porqué tienen una edad para dejar de pitar? Un árbitro profesional pondría más cuidado en hacer su trabajo. Así no se hablaría tanto de ellos.
Sólo queremos justicia.

viernes, 3 de febrero de 2017

Política futbolística. Fútbol politizado.

La verdad es que me ha costado ver en qué orden ponía el título pero creo que así va bien.
Esa primera parte viene a razón de como los equipos planifican hasta el último detalle de la temporada. Incluído cuando van a anunciar suspensión de pagos y declararse en bancarrota. No se ni cuándo, dónde ni por qué dijo Vujadin Boskov la famosa frase "Fútbol es fútbol". Y así es. No es más. O no lo era. Al menos a nivel profesional o semiprofesional. Incluso a nivel de pequeños está dejando de serlo. Ese sentimiento romántico sólo se ve (o yo sólo lo he visto) en las ligas municipales y privadas donde, además de pagar por jugar, incluyendo un tanto por cierto para árbitros y alquiler de pistas, la gente juega porque le gusta. Ni más ni menos. Como pasaba antes aunque se arrastrara a unos cientos o miles de personas. Ese sentimiento, ajeno totalmente a la actual política futbolística, se originó en la última mitad del siglo XIX en Inglaterra. Tampoco se si cuándo ni dónde porque no viene al caso. Pero allí nació. Ese deporte que se definía como un grupo de hombres corriendo en calzoncillos detrás de una pelota como se definía a principios del siglo pasado, pasó a convertirse en pasión con el paso de los años. Y ahí empezó a gestarse la política futbolística. La búsqueda de patrocinadores, jugadores que puedan mejorar el equipo, servicios para los seguidores, ...... Todo mirado al milímetro. Sobre todo desde que los equipos se convirtieron en sociedades anónimas (nunca he entendido el porqué algunos no pero eso debe ser porque nunca pregunté). Juntas directivas, accionistas, dinero. Política y agentes. Dinero.
Pero lo malo no es que los equipos puedan ir perdiendo su identidad en función de la gente que compre el club, no. Lo malo es la entrada de la política en el fútbol. No puedo entender el porqué. Lo que al principio fue el grupo de chavales que tenían más fuerza y eran más animosos por lo que podían animar más y más alto, se han convertido en grupos extremos, que sí, animan, cantan, gritan, llevan en volandas al resto de la afición para animar. Pero extremos. Si hay dos equipos con cierta rivalidad, que ha pasado de las charlas del lunes a broncas y peleas porque si los ultras de un equipo son de derechas, los otros tienen que ser de izquierda. ¿Porqué? Es un mal que viene de la violencia que ha ido surgiendo de esa rivalidad entre la gente joven. La tragedia de Heysel lo llevó a la primera plana de la prensa. Los conflictos religiosos, nacionalistas, incluso de barrios. Todo ha ido degenerando hasta lo vivido esta semana en el Rayo. Zozulya puede quedarse sin jugar lo que queda de temporada sólo por apoyar a su país y a los que luchan contra los prorrusos que buscan la escisión de parte del país. Y ese apoyo, incluso a los paramilitares, que los Bukaneros deben tomar como nazis (deben olvidar lo que significa ese término), ha servido para ser recibido como un apestado sin prestar atención a lo importante. Ha ido a jugar para que el equipo cumpla sus objetivos.
Mala la política futbolística. Malo el fútbol politizado. Malo todo lo que empaña y ensucia el fútbol. Igual hay que volver a jugar en campos de tierra o en las pistas de los polideportivos para recuperar la esencia del deporte. No se ni cuándo, ni dónde, ni porqué pero Fútbol es fútbol. O era. O debería ser.