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miércoles, 8 de julio de 2009

Ilusión

Veo OT mientras ceno (lo hago en familia y a ellos les gusta. Qué le voy a hacer). Resulta que la semana pasada, estos aspirantes a nada estuvieron firmando discos en diversos centros comerciales de varias ciudades. Ver las caras llorosas de niñatas petardas con la cabeza más vacía que una U porque van a pasar delante de alguien al que igual han visto dos veces (si ha tenido suerte) en la tele, es para echarse pensar. A pensar y a temblar. Déjalas, me dicen. No se les puede quitar la ilusión. Bueno. Pues vale. No he visto a niñatas petardas llorar en las presentaciones de Kaká (espero que alquien ya le haya dicho que le van a hacer muchos chistes aquí) y de Cristiano Ronaldo. En la de Raúl Albiol, seguro que sólo estuvieron los que saben que juega al fútbol. No las he visto llorar pero si las he visto con la cara pintada con el nombre del pollo en cuestión. Y lo que no es la cara. Déjalas. No se les puede quitar la ilusión. Podrá ser la misma niñata pero no la misma ilusión. Muchas de ellas tienen en mente ser una especie de Nuria Bermúdez para frecuentar los garitos más exclusivos de la noche madrileña para ver si pilla algo. De ilusión también se vive, dice un refrán. Eso lo sabe bien Florentino, ese señorque ha conseguido que todos los que tengan cuenta en Caja Madrid se sientan un poco dueños de los dos cracks. Es lo que vendió al principio y, aunque a marchas forzadas, lo que está vendiendo ahora. A los aficionados. Porque a lo que se dice la cantera, la única ilusión que les vende es que, por estar en el Real Madrid, podrá sacar entradas gratis a los colegas. Salvando las diferencias, los Boston Celtics han fichado a Rasheed Wallace, con 34 años, por dos temporadas. ¿Ilusión? Mucha. Tienen el reto de meterse de nuevo en las finales de la NBA. Y lo intentarán porque será la última oportunidad de gente como Ray Allen, Paul Pierce, Kevin Garnett y el propio Wallace. 2 años. Nada más. En cambio, en el Madrid, se fichan gentes con contratos de 5 y 6 años. Creo que es una forma de hipotecar el futuro del equipo. Porque el año que viene, si este no viene Ribèry, lo pedirán que lo traiga. Mal haría Florentino si esa ilusión que vende le devora de nuevo. Devoró a un equipo con muy buenos jugadores. Pero como el que no salía al césped era él, pues la grada dictó sentencia. Espero que haya aprendido de los errores. Uno puede ser el más grande. Pero eso no quita para que no deje de ser humilde. De momento, y a menos que alguna de esas niñatas petardas los pervierta (difícil lo de Kaká), dicen que estos chicos lo son. Y mucho. De ello depende que el equipo que está formado Florentino Pérez haga recuperar, de verdad, la ilusión a los madridistas. Y a los que nos gusta el fútbol.