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lunes, 1 de junio de 2015

Política y deporte. Deporte y política.

Desde siempre el deporte ha sido un reclamo para la gente. Deportes clásicos como el atletismo, la lucha o la hípica junto a otros más modernos como el fútbol, ciclismo o baloncesto. Y ese tirón popular ha sido usado en no pocas ocasiones para mostrar al mundo el poderío de un país. Así pasó en las olimpiadas de Berlín poco antes de la invasión de Polonia, de la Rusia de Stalin o de la extinta RDA. Propaganda política. Pero, se merece el deporte ese trato? Como todo, el deporte debe ser regido por unas normas. Tener una política. Los equipos tienen una política de fichajes que cambia cada año en función del entrenador, del dinero que se tenga o los caprichos del presidente. Pero no está para hacer política. Gil se metió en política, tuvo su éxito (corrupto o no) y lo pagó su amado Atlético de Madrid. Augusto Lendoiro ha sido el eterno aspirante a la alcaldía de La Coruña. Pero lo más fuerte fue durante la guerra fría donde los duelos deportivos entre los países comunistas y los del Oeste fueron épicos. EEUU contra Cuba en béisbol y contra URSS en hockey y baloncesto, así como los enfrentamientos entre la RDA y la RFA por la supremacía teutona. Los atletas negros americanos con el puño en alto con un guante negro para denunciar el racismo en EEUU durante Múnich 1972 es otro ejemplo de reivindicación política. Los sentimientos nacionalistas también han tenido su repercusión en lo deportivo por exaltación de símbolos nacionales o, precisamente lo contrario. No exhibir nada por no acudir a convocatorias. Todo esto viene a colación del desagradable episodio (otra vez) del pitido al himno nacional durante la final de la Copa del Rey de ESPAÑA. Y ésto lo pongo en mayúsculas porque, les guste o no, tanto Euskadi como Cataluña son autonomías dentro del Reino de ESPAÑA. Además, muchos pitaron porque el de la lado lo hacía y no querían problemas con nadie, un día que se supone que es una fiesta del fútbol ESPAÑOL. La verdad es que si no quieren estar en ESPAÑA, lo que deberían hacer es renunciar a jugar la competición. O también se podían dos cosas: suspender el partido o desalojar el campo. Pero sólo es una opinión. Respeto las ideas de todo el mundo pero recorrer el camino de Bilbao a Barcelona sólo por pitar el himno, me parece una mamarrachada. Si hay que ir, se va. Pero ir pa ná, es tontería.