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domingo, 8 de junio de 2008

Clases prácticas de fútbol para los que no entienden (de fútbol) ni quieren entender (III)

Como decíamos ayer, tras hablar de lo que es la defensa, sus posiciones y su juego, avanzando líneas, hoy nos corresponde analizar el juego de los centrocampistas. Posiblemente, esa sea la línea que más ha cambiado desde la invención del fútbol. Cualquiera que lea una alineación de los años 50 o vea como están colocados los jugadores en un futbolín, se dará cuenta que, ahora, las posiciones son muy diferentes. Y es que antes, el juego en el centro del campo casi no existía. O se atacaba o se defendía. De ahí que las delanteras (de los equipos de fútbol, no se me vayan a desviar de la conversación), tuvieran cinco jugadores. La única labor de los centrocampistas de mediados del siglo pasado, era hacer llegar los balones a los extremos. Éstos corrían y centraban o chutaban a puerta. Con el paso del tiempo, los interiores, menos dotados físicamente, fueron retrasando su posición para dar más espacio de movimiento al delantero centro. Nació así la figura del centrocampista actual. Había un jagador por delante de los cuatro defensas, aguerrido, fuerte, lento, que era capaz de meterse como tercer central, y, por delante de él, dos jugadores técnicos, de gran toque de balón y visión de juego, que no tenía que exhibir un enorme derroche físico. ¿Alguien del Madrid recuerda haver visto correr a Gallego, del Bosque o Velázquez? En cambio, Pirri o Zoco estaban como poseídos a veces. Este tipo de juego incidió en el uso de los extremos. Se jugaba más en el campo del rival y ya no era tan necesario el tener a alguien que se diera una carrera de 50 metros para llegar a un balón. El interior podía, perfectamente, colocar el balón al delantero que estaba a 20 metros de el o tirar desde fuera del área. Esa finura y clase en el toque de balón hizo que los centrocampistas fueran los encargados de lanzar las faltas directas. Avanzando más hacia nuestros días, esa desaparición del fútbol eléctrico por las banda en las década de los 80 (salvo excepciones como el inglés Kevin Keegan, por ejemplo, o el carismático Juanito, que ya venía de antes) configuró el juego del medio campo, más o menos como lo vemos actualmente. Cinco jugadores. Uno por delante de la defensa ayudandándola y apoyando la salida del balón. Dos jugadores por banda, los antigüos interiores. Y dos por el centro, uno más adelantado que el otro, donde el que estaba más atrás era el que organiza el juego ofensivo y el otro apoya la labor del delantero, sobre todo en lo que se conoce como segunda jugada. Es decir, los balones que gana el delantero pero que no se los puede jugar él o los rechaces. En la actualidad, los jugadores del dentro del campo son lo que deben dominar el partido. Son muy pocos entrenadores que no colocan a sus jugaores en dos líneas: una defensiva por delante de la defensa, con dos jugadores generalmente para que los atacantes no lleguen sueltos a su área o para eliminar espacios libres, y otra más ofensiva, con dos o tres jugadores, dependiendo de si se juega con uno o dos delanteros, para abrir el juego a las bandas, centrar balones o chutar desde fuera del área.
Y con ésto se acaba la lección de hoy. En la siguiente hablaremos de los delanteros.

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