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miércoles, 1 de julio de 2015

Marca España, marcada.

Mucho se ha hablado, se habla y se hablará de la famosa Marca España. Se creó para diferenciar y potenciar nuestros productos y servicios. Los Institutos Cervantes, la comida, el turismo, el arte, ... Pero a todo eso se sumó el deporte. Eso que llama la atención a la gente que no habla español, ni le gusta la paella, el gazpacho o el jamón, que no le gusta el sol ni la playa o nunca irá a una exposición de Velázquez, Goya, Picasso o Miró. Estaba Rafa Nadal que empezó a reinar en Francia igual que Indurain en su momento y siguiendo éxitos puntuales de Arancha Sánchez-Vicario o Conchita Martínez en tenis. Luego llegó el baloncesto con sus Mundiales (oro y plata), olimpiada (plata) y europeos, tanto en categorías masculina como femenina. Éxitos también en hockey (hierba y patines), waterpolo, esgrima, bádminton y, por supuesto, natación con la gran Mireia Belmonte sin olvidar el triatlón, el trial, el motociclismo y los títulos de Alonso. Todo eso sin hablar de los éxitos a nivel de clubes. 
Pero todo eso que era felicidad, que era publicidad, tanto para el deportista como para el deporte (sobre todo si es minoritario) y que significa patrocinios y, por ende, dinero, se está viendo que no todo es color de rosa. Lo que eran risas, ahora son broncas. Por primera vez en su historia, la selección femenina de fútbol se clasificaba para un Mundial. Buena fase de clasificación, buen debut aunque se empató, bien partido ante una potencia como Brasil y mala suerte en el último partido. Y ahí estalló el escándalo. Al parecer era algo que se llevaba rumiando desde hace tiempo pero el miedo (según se dice) a quedarse fuera de algo importante que se sabía, iba a llegar, hizo a muchas jugadoras no decir nada hasta que alguien se atreviera. Y eso ha pasado. Parece ser que el entrenador cree que está llevando un grupo de colegialas y que piensa que una mujer no puede jugar al fútbol de manera seria. Igual debería hablar con los seleccionadores de baloncesto o waterpolo para que le den unas clases. Todo el mundo se ha reunido con todo el mundo y todos han salido satisfechos. El único que no ha hablado es, como siempre, el presidente de la federación. 
Otro presidente al que no he oído hablar es al de la federación de bádminton. Aunque es un deporte que se practica en colegios, hasta que no apareció Carolina Marín, nadie sabía que era eso que veían por la tele que era como el tenis pero con una red de voleibol. Si alguien llega a algo porque el entrenador es bueno y sabe lo que hay que hacer, no entiendo que se quiera cambiar. Sobre todo porque se están consiguiendo éxitos en el circuito europeo y en los Juegos de Bakú. 
Pero lo más sangrante es lo del tenis. La frase de Nadal es tremenda:"La federación necesita de nosotros pero nosotros a ellos, no". Es cierto. Lo único que puede unir a tenistas y federación, aparte de la Copa Davis, son los campeonatos de España donde no va ninguna raqueta eminente.
Los deportes no se crean con dinero. Bueno, si. Pero dinero para organizar una base. Enseñarles a los niños a jugar y divertirse para luego, si les gusta, a competir. Por eso, en cierto modo me gusta el modelo americano. Desde los 14 años (y seguramente desde antes), hay gente que combinan estudios y deporte. Aprenden que es duro lo uno y lo otro y donde se permite tener horarios para poder compaginar ambas actividades. La cosa es que los deportistas deben aprobar su curso para poder seguir jugando. Pero claro que quien hace la ley, hace la trampa. Exámenes fáciles, gente que se presenta por otros o gente que pasa al profesionalismo sin pasar por la universidad. 

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