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miércoles, 15 de enero de 2020

Hola y adiós y hola.

Cuando algo va mal y hay que modificar algo deprisa, siempre se tira de lo más fácil. En el caso de deportes de equipo eso significa apartar al entrenador, sólo o con su grupo. La idea del cambio de dinámica.
Eso tiene su lado bueno y su lado malo. El lado bueno es que procuras que no siempre se juegue de la misma manera porque delante hay un equipo que no va a hacer que el que está en los entrenamientos. Todo el mundo quiere ganar en una competición y para ello hay que ser mejor. El mejor. Por cierto, película que hace mucho que no veo pero éso ya es otro tema. En este blog ya escribí dos cartas (de ésas que no lee nadie incluido yo tras publicarlas) a los seleccionadores de fútbol y baloncesto. Por el título de la última competición o por el nombre que se tenga, el rival te puede (debe) tener respeto pero si tiene miedo, no es rival. Si no lo tiene y a los 10 minutos ve que has jugado todo el rato igual, te come. Eso fue lo que hizo hacer el ridículo en fútbol y en baloncesto se pueden hacer más cambios de juego, lo que cambiaba eran los jugadores en el mismo orden.
Bien. Cosas de éstas pueden hacer que se cambie de entrenador como dije antes. Todo el mundo es humano y acierta o falla. Lo malo es que siempre hay alguien por encima. Por esa razón hay entrenadores de equipos cuya idea en la temporada es no bajar, le cambian a los 10 partidos por haber puntuado en la mitad de ellos nada más. Otros casos, individuales esta vez, son los de atletas o tenistas. El bajo rendimiento en la pista puede ser por una mala táctica o preparación.
Pero volvamos a lo que vamos. O a lo que íbamos. El cambio de Valverde. No se cierran los partidos y no se ganan o de pierden. No de pueden pedir tiempos muertos pero si los jugadores llegan fundidos, aunque se haya hecho un buen partido, es cosa del preparador físico que, en teoría, depende del entrenador. Pero el entrenador no juega. El entrenador no compite.

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