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miércoles, 20 de noviembre de 2019

Váyase, Sr. Rubiales.

Carta abierta al Sr Rubiales (y compañía).
Hasta hace un tiempo, el puesto de seleccionador nacional de fútbol era un puesto estable y el titular lo dejaba por que así decía el contrato, por malos resultados u otras causas suyas. Como decían ayer, en año y medio van cinco personas ocupando ese cargo. A saber, Luis Enrique (dos veces), Robert Moreno, Fernando Hierro y Julen Lopetegui. Uno por hacer público que se va al Real Madrid antes de empezar el Mundial de Rusia. Fernado Hierro ocupó su puesto durante la competición.
¿Y a qué viene todo ésto aparte de ser el pollo de presidente de la Real Federación Española de Fútbol un tipo al que le gusta chupar cámara más que a Figurín?
Pues la forma en la que se ha tratado todo el tema del seleccionador. Desde que Luis Enrique faltó en uno de los partidos de la selección, que luego fueron dos, empezó el runrún con lo de su continuidad. Eso significa que hay que estar preparado para una posible sustitución. Y ahí es donde viene el problema. Ésto no es un equipo donde se cambia de entrenador en dos días. Aquí se tiene más tiempo. Pero si de quiere continuar con la línea de trabajo, lo suyo es seguir con el mismo equipo técnico. Equipo interino como se dejó claro desde el primer momento, tanto por una parte como por otra ya que Luis Enrique podía volver.
Hasta ahí todo bien. Ya que ya no lo es tanto es la forma de la que ha gestionado esa vuelta. Por lo bajinis. Puñalada por la espalda.
Y todo por querer, desde el mismo momento en que de fue por los problemas que tuvo y que acabaron mal, que volviera. Se tenía que haber informado a Robert Moreno que, hasta que no se confirmara que Luis Enrique no iba a volver, sería interino. Pero no se debió hacer. Lo de dentro, ni lo sé ni me importa. Sólo sé que a la gente hay que tratarla buen sobre todo si ha cumplido con su deber.
Por cierto, el párrafo que está encima de éste lo he escrito el día después de la representación (no re presentación) de Lucho.
Así que, váyase señor Rubiales y llévese al señor Molina y al señor Martínez.

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